Al infierno con los diablos

Al infierno con los diablos

La explosión del negocio publicitario dio lugar a varias décadas de bonanza no sólo para la generalidad de los Medios, y alumbró el nacimiento, la licenciación o el desarrollo de muchos de ellos, como cabía esperar, sino también para decenas de buenos negocios en formato de Agencias de Publicidad, primero, y de Agencias de Medios, después, lo que también era razonablemente esperable. Menos, digamos, aceptable era el enriquecimiento personal de determinados protagonistas, sobre todo si el enriquecimiento también alcanzaba a personajes del lado de los Anunciantes.

Dice bien poco de una profesión que una parte de los negocios se materialice por la vía de los favores personales o, peor aún, a cambio de compensaciones personales. Lamentablemente este modo de hacer está presente en todo tipo de sociedades y en la nuestra ha sido el modus operandi de determinados segmentos de la Administración o en negocios como la Construcción y ha sido y es práctica común en los círculos políticos. Pero estas prácticas son del todo rechazables y, desde luego, no son ninguna excusa para que se admitan en nuestro sector.

Adjudicar un negocio a cambio de recibir una compensación económica no solo supone un acto de deshonestidad y deslealtad absoluto, que merece persecución y castigo, para con la empresa empleadora sino que, además, supone una falta de respeto absoluta por la profesión que no debería tener cabida en el sector. Aceptar esas prácticas supone complicidad e implica un acto de competencia desleal.

Una mayoría de los anunciantes nunca aceptarían estar involucrados en este tipo de prácticas, igual que en las Agencias, pero un fenómeno que nos podría parecer más propio de un mercado inmaduro y de una época de eclosión del negocio no es un fenómeno del pasado ni en extinción y siguen dándose casos en las empresas públicas y en las privadas y no precisamente en las de menos tamaño. Puede servir como ejemplo la noticia sobre la destitución del Director de Patrocinios del BBVA acusado de sobrefacturar a los proveedores.

Como en todos los estamentos de la profesión, hay quien lo hace de forma más chapucera, o más directa, y quien lo hace de forma más profesional o encubierta. Hay quien ha vivido toda una carrera con el estigma, quien lo ha denunciado, quien ha sido denunciado, quien ha sido despedido e incluso quien ha ingresado en prisión por estas prácticas. Pero el verdadero profesional no se desanima por ello y hasta entiende que esa es una forma inteligente de ejercer una profesión.

En estos tiempos de vacas flacas, de muchas necesidades y de muchas incertidumbres personales, los profesionales redoblan sus ofrecimientos de salvación y las expectativas pueden hacer caer en la tentación a quienes sí han sido profesionales. Pero caer en la tentación equivale a correr los mismos riesgos que aquellos que han sido ignorados, perjudicados o incluso han decidido huir del diablo porque quien ejerce esa profesión no entiende de compañeros ni de competidores, de subordinados o superiores, de colegas o de desconocidos, de Agencias o de Medios, del sector público o privado. Sólo entiende de lo suyo a costa de lo que sea.

Aunque las prácticas de determinados profesionales se han detectado y castigado, las de otros, incluso las de toda una carrera, han quedado impunes. Incluso algún profesional pretende resurgir de sus cenizas amparando a profesionales en horas más bajas que podrían ver en esta práctica una forma de aliviar sus males sin ser conscientes de que pueden poner en riesgo su reputación y la de su organización y en rieso a profesionales que nada tienen que ver.

Durante años hemos podido caer en la trampa de confundir, tanto a nivel de equipos técnicos como a nivel directivo, el dinero que recibíamos a cambio de nuestro trabajo con nuestra valía profesional porque eso hablaba más que bien de esta última. Si ahora peligra o simplemente disminuye esa compensación, es mejor no caer en la doble trampa de considerar que nuestras capacidades se han diluído y, sobre todo, en que algún profesional nos puede ayudar a complementarla.

Manteniendo la profesionalidad y asumiendo la dificultad de este momento nos defendemos a nosotros mismos y mantenemos a toda una profesión a salvo del infierno en que tan bien se desenvuelven los otros profesionales. Que Dios nos mantenga a cada uno en su lugar por muchos años.

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