El Español, ¿a la española?

No se puede poner en duda la genialidad periodística ni la singularidad de un profesional como PJ Ramírez. Lo ha demostrado casi todo en el periodismo español y, a dos años de la edad de jubilación, aún tiene todo el empuje para liderar un nuevo proyecto periodístico. Un proyecto importante e innovador en el que, entre otras cosas, ha conseguido embarcar, en el momento de la entrega de este artículo a 1.790 accionistas.

Está claro que lo que no le falta a PJ es quien le siga, Se cuentan con los dedos de ambas manos los diarios que superan los  309.000 que tiene en Twitter. Es cierto que Ignacio Escolar lo supera en seguidores en Twitter, 438.000 en la misma fecha,  y que el número de socios de eldiario.es es muy superior (más de 10.000, según el propio diario). Pero es menos comparable el “seguimiento” que PJ, por méritos, capacidades, recelos o lo que sea acapara en el sector económico y en una parte del espectro político.

Tampoco le faltan a PJ profesionales dispuestos a seguirlo en su proyecto periodístico, al que ya se han sumado profesionales de primer nivel, tanto en el ámbito puramente periodístico como en el área de gestión o en el área comercial. Y si no le ha faltado quién lo siga cuando El Español es todavía un proyecto, menos le van a faltar cuando sea una realidad. Y seguro que a todos les da una merecida bienvenida, como hace de forma individual a cada nuevo accionista desde su cuenta de Twitter.

Lo que tiene menos asegurado son los ingresos. Si eldiario.es, con el que el proyecto de El Español puede compararse en algunas cosas, se decantó por la captación de socios que aseguran una base modesta de financiación (por encima de los 600.000€ anuales) El Español se decanta por una amplia base de accionistas. Ninguno de los dos, como ocurre en general con los diarios, puede confiar la generación de ingresos suficientes a la publicidad. ¿Qué queda, entonces?. Pues, controlar los gastos.

En este punto parece que estamos ante modelos opuestos. Si eldiario.es ha apostado por un modelo de gastos controlados, que le permite mantener cuentas saneadas e  incluso generar beneficios y aumentar progresivamente su plantilla, EL Español parece apostar por un modelo menos ortodoxo basado en reclamar ante todo los derechos (en este caso las necesidades sentidas) y dejar para más tarde el análisis de las obligaciones (en este caso las posibilidades razonables).

Este segundo modelo hasta encaja mejor con nuestra idiosincrasia española. Tiempo habrá para echar cuentas y, si salen mal, los genios no deben rendir cuentas ni tienen por qué preocuparse, que para eso están los accionistas. O, si no, las empresas de Ibex, que hay muchas cosas que contar de todas ellas. Y, si hace falta, se acude a los políticos de turno, que esos sí que tienen trapos sucios y para eso está también el cuarto poder.

Si legítimas son las aspiraciones de PJ y loable es su espíritu emprendedor, cuestionable es que, después de tantos años, y especialmente estos últimos, no haya servido la experiencia para llegar a la conclusión de que estamos en otros tiempos y que estos tiempos requieren nuevas formas de hacer en todos los terrenos.

Es cierto que el modelo de El Español tiene aspectos innovadores importantes pero si no cambien las reglas de sumar y restar, algo que no va a suceder, o las del mercado publicitario, que es muy improbable, o las fuerzas de los sitios de internet, que no es tan fácil, puede correr riesgos de viabilidad innecesarios incluso si consigue un éxito periodístico razonable, que es probable e incluso esperable.

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