Esta profesión tiene su tiempo

Esta profesión tiene su tiempo

Mi interlocutor en una conversación amena y profunda, hace ya unos días, llegaba a esta conclusión. Eso después de intercambiar ávidamente pareceres sobre la profesión, sobre los profesionales y sobre la coyuntura de la economía en general y del negocio publicitario en particular. Para él, la reflexión aplicaba tanto a la profesión como a los profesionales

Lo que no me esperaba es que una conversación de un calado tan profundo tuviera lugar en un taxi. Menos aún, que fuera con una persona que no conocía. Y, desde luego, nunca se me habría pasado por la cabeza que el interlocutor fuera ¡el taxista! Sí, un Director de Arte reconvertido en taxista conservando plenamente su dignidad, tanto en lo que dice a su capacidad de interlocución, actualizada, plena de contenido, con ritmo vivo, como a su propia imagen, pelo ensortijado engominado, media barba bien cuidada, cazadora de piel de buen gusto…

Mi interlocutor, el taxista, había sido free lance en sus últimos tiempos, con fuerte dedicación a clientes de Distribución, y había ejercido su profesión de director de Arte en agencias de prestigio, como Bozell, Grupo Barro, JWT, Ogilvy y Saatchi. Y mantiene un conocimiento profundo del negocio y un interés intacto por estar al corriente de los  detalles y por no dejar de estar al día, lo que consigue porque mantiene estrechas relaciones con colegas en ejercicio. Y sigue haciendo algunos trabajos, free lance. Eso explica su inesperable capacidad de interlocución, pero no que se haya reconvertido a una nueva profesión.

Decía, seguramente cargado de razón, que la publicidad ha perdido una buena parte de los valores conceptuales que en su día atesoró. Y que la capacidad de influencia que la publicidad tenía en su momento se ha ido perdiendo porque los anuncios son cada vez más planos, más simples y más limitativos, poniendo como ejemplo de ello a Carrefour y a Procter. En su opinión, la digitalización había banalizado aún más la comunicación. Por eso entendía que la publicidad había tenido su tiempo.

Si al hablar del negocio lo hacía con cierta nostalgia, cuando hablaba de los profesionales lo hacía más bien con remordimiento, sin entender que un profesional de su edad, unos 45, fuera discriminado por "viejo", poniendo a Inglaterra como ejemplo de lo contrario. Me preguntaba si en el mundo de los Medios, que conocía menos, pasaba lo mismo, no teniendo más remedio que admitirle que no es fácil que alguien contrate a un planificador de 45 años o a un directivo de 55, por poner algunos ejemplos. El hombre no tuvo mucho que pensar para concluir que la profesión de publicitario tiene su tiempo.

Mi tendencia a pensar lo mismo se afianzaba a medida que exponía sus argumentos y también a medida que íbamos entrando en ámbitos no estrictamente publicitarios pero que denotan la relevancia de esta industria. Uno de ellos, la inversión Medios, que se ha reducido a la mitad en los últimos 5 años. Otro la relevancia que han ido tomando las promociones y el precio. Y qué decir de la importancia de la Distribución y de la cuota de las marcas blancas. No tenía más remedio que concluir lo mismo que él.

Pero lo que verdaderamente era definitivo era lo que se desprendía de su propia situación. Hace bien poco era impensable que un Director de Arte se reconvierta en taxista. Pero era mucho más inconcebible que lo dijera abiertamente o que lo llevara con la dignidad que lo lleva este Profesional. Estamos en otro tiempo

Nadie nos garantiza que algunos de nosotros no tengamos que dejar nuestra profesión; de hecho ya lo han tenido que hacer muchos de nuestros antiguos compañeros, sobre todo en los Medios, y bastantes también en las Agencias. Porque es cierto que esta profesión y los profesionales que viven de ella tienen su tiempo.

Después de una situación y una conversación tan instructivas, no podemos aspirar a que esta profesión tenga siempre el mismo protagonismo o que podamos tenerlo personalmente dentro de ella. Sí podríamos pedir que, si nos toca cambiar de profesión, lo hagamos con la misma convicción, y sobre todo con la misma dignidad, con la que lo hizo mi interlocutor, antes publicitario y ahora taxista.

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