Podríamos ser más felices

Muchos jóvenes mantienen vivo el sueño de trabajar en aquello que más les gusta, también en publicidad o en medios, incluso en estos tiempos en que las cosas están más difíciles para todo el mundo, más si cabe para ellos. Es difícil alcanzar esos sueños pero la persistencia muchas veces salva los escollos más duros. Conozco de primera mano casos tan concretos como difíciles de conseguir sin una mínima guía, no ya una ayuda o una recomendación. Y no solo en nuestro sector sino en campos tan difíciles como el periodismo o la banca de inversión. Es difícil llegar, sí, pero estos y otros casos muestran el camino y que no hay nada imposible.

Si difícil es llegar, siempre se ha dicho que más difícil es mantenerse. Pues sí, no hemos conocido demasiados casos de profesionales de Medios que se jubilen en el desempeño de su profesión. Ni siquiera en cargos directivos, en donde la rotación y las despromociones están a la orden del día. Pero también hay excepciones muy honrosas y muy justificadas de permanencia y de adaptación a las nuevas realidades. Adaptación puede ser una palabra clave para ese mantenimiento en un entorno tan cambiante y en un contexto de exigencias máximas en donde una merma de las contrapartidas profesionales, en ocasiones bastante generosas, puede ayudar a prolongar una carrera durante años. Tal vez eso explica por qué profesionales de valías semejantes se mantienen a buen nivel mientras otros tan capaces, pero tal vez menos flexibles, no han conseguido lo mismo.

Siendo la ilusión tan grande y siendo tan difícil llegar y más difícil aún mantenerse, cabría esperar que los profesionales del sector estuviéramos la mar de contentos, como también asumimos que lo están en otras profesiones en donde la ilusión no es menor, llegan menos, pocos se mantienen y a veces lo hacen durante muy poco tiempo. Este último caso sería el de los deportistas de élite.

Pues va a ser que no. Fue una sorpresa conocer la relación de André Agassi, uno de los grandes del tenis, 101 semanas como número 1, con este deporte: “Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo sigo jugando porque no tengo alternativa. Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, es la esencia de mi vida”. Tampoco fue feliz con Brooke Shields. No sé si es más difícil llegar a la cima del tenis o casarse con Brooke Shields. Conseguir, y no digamos mantener, cualquiera de ambas cosas colmaría a muchos pero tal vez no a quien realmente nunca tuvo esa ilusión.

Pues en nuestro mundo, más terrenal, parece que pasa lo mismo a juzgar por las reflexiones de Jose G. Pertierra  en el artículo ¡Me niego a volver al trabajo!, en referencia a la vuelta de las vacaciones: “cada vez más profesionales aborrecen su agencia y detestan su profesión”, aunque él asume que eso es consecuencia de la situación coyuntural de la profesión y cree firmemente en que ese mal pasajero tiene solución.

Y tanto marketingdirecto.com, en el artículo 6 razones por las que el virus de la infelicidad campa a sus anchas en las agencias de publicidad, como Eduardo Madinaveitia con el post ¿Por qué no son felices los publicitarios?, haciéndose eco del mismo en su blog, vienen a confirmarnos que, a pesar de tener un trabajo que muchos no tienen y de no estar peor remunerado que los otros, los profesionales del sector no se sienten tan bien como podría pensarse.

Será cierto que no nos gusta tanto la profesión como cabría pensar pero tiendo a desconfiar que es algo más banal que se ha perdido, que es el lustre y la aureola que en algún tiempo nos envolvió más que las circunstancias objetivas por las que atraviesa el negocio. Y en eso no nos diferenciaríamos tanto de André Agassi y de sus circunstancias.

André Agassi fue capaz de rehacerse como tenista y de rehacer su vida junto a  Steffi Graf. Seguro que valora haberlo conseguido y haberlo mantenido porque parece que eso sí era lo que deseaba. Tal vez no nos guste tanto la profesión como pensábamos o tal vez debamos buscar en ella los elementos por los que siempre valoraremos si los alcanzamos y si los mantenemos. O tal vez esos elementos no estén dentro de esta profesión y esa sea la razón de tanta infelicidad

 

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